lunes, 13 de agosto de 2012

Más blogs, ¡MÁS HISTORIAS!

Hola. Pues estoy haciendo esta entrada en todos mis blogs con historias acabadas, para que, los que no os disteis cuenta, pues que sepáis que he ido haciendo más novelas/fanfictions, y nunca viene mal tener más lectores y más opiniones sobre las historias. Aquí os las dejo:

Stole my heart. Ya está acabada.

Es una fanfiction sobre la banda One Direction.

Estúpido amor. Ya está acabada.


Trata de las bandas de One Direction, Jonas Brothers, mezcladas con skaters y adolescentes extraños.


Surrender the night. Ya está acabada.

Trata de una chica depresiva y con trastornos bipolares.


Y esto era todo, me gustaría que os pasáseis, porque lo dicho; unas opiniones más nunca vienen mal.

¡Un beso!

viernes, 10 de agosto de 2012

*Último capítulo.

Hola hola. Bueno, pues aquí está el final. Corta, breve, pero espero que os haya gustado, porque a mí me ha encantado escribirla. Sobra decir, que yo he llorado como una mona con este capítulo, así que no sé, avisados quedáis por si las moscas. Gracias a todos, porque pensé al empezar que al no ser una fic ni estar relacionado con ningún famoso, no la leería nadie. Pero he conseguido a muchos lectores, y estoy orgullosa de ello. Gracias, sois los mejores. 
---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------







> Presente.

—¿Por qué no aprietas ya el gatillo?—gritaron a la espalda de Gilbert.
—Oh...has traído público...—susurré con una sonrisa.
—Todos tenían que ver—le interrumpí.
—Como un padre mata a su hija por venganza—clavé mi mirada en la suya.

> 1 día antes.

—Es increíble la cantidad de armas que hay aquí—comentó Arthur emocionado.
—Esto no es un vídeo juego—contestó Monna.
—No, es mucho mejor—rió Frank.
—Sí, como ese vídeo juego... ¿sabes cuál te digo, Frank?—preguntó Arthur.
—¡Ah sí! ¿Aquel que nos pasamos en apenas trece horas?
—¡Ese, ese! Joder, qué pasada—añadió Arthur felizmente.
—Ya ves, si salimos de esta, tenemos que volver a jugar.
—Hecho—Arthur sonrió.
—Como niños...—susurró Malena. 
—¿Acaso no lo son?—preguntó Monna.
—Estamos aquí—comentó Frank haciéndose el ofendido.
—Nos quieren matar y estamos discutiendo sobre vídeo juegos y sobre quién parece un niño, esto es interesante—añadió Jazyla riendo.
Sonreí sentándome en las escaleras, intentando averiguar qué era de Gilbert. Hacía demasiado tiempo que no sabía nada de él, aunque estaba segura de que estaba vigilando nuestros movimientos. De repente, escuchamos un grito.
—¿Quién falta aquí?—pregunté levantándome rápidamente.
—¡Blair!—gritó Frank. Salimos corriendo con varias armas hacia la planta principal. Frank encabezaba la carrera, y yo iba justo detrás. No tardamos más de cinco segundos en subir las tres plantas. 
Esta vez no había treinta, había al menos unos setenta, y Blair estaba en el centro, atada de pies y manos. El rostro de Frank empalideció, al igual que el de los demás. 
*
Un hacha pendía encima de su cabeza. Y tenían intenciones de soltarla en cualquier momento. La atravesaría, la partiría en dos. Y no reaccionamos cuando el hacha calló. Admito que es algo desagradable ver los órganos de una persona que era amiga tuya, pero mi rostro se enrojeció de la rabia. Blair me recordaba a Jazyla. Eran dos personas que me hacían sentir bien. Y me la habían arrebatado. Simplemente, pensé en que esa podría ser Jazyla y...casi no recuerdo por qué lo hice. Pero me dispuse a matar a todos los que allí había presentes. Mi cabello cambió de color, lo único que recuerdo ver era sangre, cuerpos sin cabeza, corazones palpitando en el suelo, gente sin extremidades, gritos, y sangre, más sangre. Me arrodillé y comencé a gritar, la sangre llegaba a mis rodillas, y más cabezas, más cuerpos descuartizados, y sentí las manos cálidas de alguien rozar mi espalda lentamente. Aparté las manos de esa persona de mí, lanzándome unos metros hacia adelante. Quería gritar. La simple idea de ver así a Jazyla, o...a Frank...mi cabello volvió a cambiar de color. "Esto no es bueno" se escuchó por detrás de mí. "Hay que calmarla, Frank, hazlo" se volvió a escuchar. Las lágrimas se mezclaban con el sudor de mis mejillas, la sangre era como si me persiguiera, tenía la cabeza de una mujer delante de mí, con la garganta colgando. La aplasté de un puñetazo, quería matar, quería asesinar, quería vengarme. Esa no era yo y lo admito. Pero alguien me sujetó por la cintura, elevándome en el aire, obviando mis patadas y mis gritos.
*
—Está bien, cálmate, Jazyla está bien, yo estoy bien, cálmate—susurró Frank en mi oído. Mi pelo volvió a su color rojo, y yo me tranquilicé. 
—Ya me puedes soltar—dije tras varios minutos, en los que las intenciones de Frank no eran precisamente soltarme. No escuchaba hablar a nadie, y Frank me estaba apretando más de lo normal. Escuché pensamientos ajenos, muerte, venganza, Frank...muerto. 
—Te quiero—susurró en mi oído. Un disparo. Sangre en mi parte trasera de la sien. Los brazos de Frank me soltaron y caí al suelo de rodillas. No podía...Aquello no estaba pasando. Me giré y vi a mi padre con el arma aún en el aire, y detrás de él mis amigos, amarrados y con las bocas tapadas. Miré a los pies de mi padre, y vi a Frank, la sangre saliendo de un orificio en su cabeza. 
No sentí rabia, no sentí dolor, no sentí la perdida. No sentí nada. Porque cuando el corazón de Frank dejó de palpitar, el mío lo hizo al mismo tiempo. 

> Presente.

—¿Qué pasó con Kiré?—me atreví a preguntar.
—Está muerta, como lo estarás tú dentro de poco.
—¿Y...Jazyla?—sólo su nombre ya me producía un dolor en el pecho.
—Está bien, y tus amigos también. Sólo te queríamos a ti y a Frank—contestó mi padre. Suspiré de alivio, pero no sentí felicidad. No. Ya no estaba él. Él se había ido. Para siempre.
—¿Sabes? Hay algo que ha fallado en tu plan—dije mirando al suelo.
—¿El qué?
—Alguien vengará mi muerte. Y la de Frank.
—Dudo eso, tus amigos no os querían tanto como para hacerlo. Y tus hermanas nunca se enfrentarían a mí.
—Está Malena.
—¿La melliza de Frank? La tenemos controlada.
—Está Arthur.
—¿Qué hará ese estúpido?
—Vengar tres muertes. Las de sus tres amigos.
—Sabes que no lo hará.
—Pero sé de alguien que vengará...la muerte de sus padres.
—¿Qué...has dicho?
—Charlotte, Andrew y Michael, papá...tus nietos.
—¿Tuvisteis...? ¿Cómo es posible?
—Lo mejor es que jamás los encontrarás.
—¿Por qué?—apretó más la punta de la pistola en mi sien.—¡Mientes!
—Cree lo que quieras—reí.
—Te he arrebatado a Frank, y ahora desvarías. Vas a morir, no hay marcha atrás.
—Me dijiste que me salvarías...—susurré.
Perdóname...—Una voz se escuchó en mi cabeza. O no. Levanté la vista. Era la de Frank. Le vi. Arrodillado delante de mí. Dudaba que fuera real. Pero ahí estaba de nuevo el rostro de la única persona a la que he amado.
—Perdóname tú, yo no te salvé a ti...—le dije, sin importar la expresión de confusión de mi padre.
Te amo pequeña, te amo más de lo que amaba mi propia existencia—me susurró. Me abrazó, sé que él no estaba ahí, pero podía sentirlo, a él, a su corazón palpitar rápido cuando estaba cerca de mí. 
—Allí donde voy... ¿estarás tú?—le pregunté con los ojos acuosos.
Yo siempre estaré contigo. Siempre. Allá donde vayas, yo estaré a tu lado.—Una sonrisa inundó su rostro, y el mío por consiguiente. 
—Te amo Frank, te amo como jamás he amado a nadie—las lágrimas salían de mis ojos sin cesar, y mi padre estaba preparado la pistola.
Jamás amé a otra persona que no fueras tú, mi pequeña Lacie. Me diste felicidad, me diste una familia, me diste amor, me diste todo lo que necesitaba para vivir.—Puso su frente sobre la mía. Sentía su respiración en mi nariz, aunque aquello no era posible, pero así lo sentía yo.¿Lo notas?
—¿El qué?—pregunté confusa.
Mis latidos, los tuyos...escúchalos. Laten al mismo tiempo. 
Un sonido de un disparo. Y mi muerte al momento. Eso es lo último que recuerdo de ese momento. 

Siempre velé por Jazyla, por Arthur, por Monna, por todos aquellos que plantaron cara por mí y por Frank. Vengaron mi muerte. Y la de Frank. Años después. Pero hasta llegar hubo muchas peleas, muchas luchas. Un nuevo clan apareció. Pero Gilbert intervino. Aunque claro...todo esto...no es más que otra historia.

*Capítulo seis.

¡Hola! Bueno, ya después de tanto tiempo volví a subir. No se acostumbren mucho más a esta historia, le quedan como mucho dos capítulos, aunque creo que la terminaré en el siguiente. Es corta, pero dije que así iba a ser. Al principio cierto que tenía planeado unos diez capítulos, pero decidí acortarla, ya que estoy escribiendo una fanfic de Frerard para un foro, y me lleva bastante tiempo escribir esa, ya que quiero terminarla antes de empezarla a subir. De igual manera espero que les guste este capítulo y que comenten.
A todo esto, terminé de añadir a las tres últimas chicas que me faltaban. Ya están en la sección de personajes secundarios. ¡Gracias por participar!
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------






—¿Últimas palabras?—preguntó Gilbert con sorna, posicionando su dedo en el gatillo.
—Esto no acabará aquí. Pienso vengarle—susurré agachando la cabeza. Puso la punta de la pistola sobre mi cabeza, y antes de apretar el gatillo, recordé todo lo que pasó hasta llegar a este momento.

> 2 días antes.

—Y quiere que mate a Kiré para vengar la muerte de mi madre—expliqué. Frank se acarició el mentón, mirando a la nada.
—¿Por qué no quieres hacerlo? Si ella mató a tu madre...—le interrumpí.
—Es mi hermana, aunque la odie no puedo hacerle eso—él asintió.
—¿Entonces qué harás?—preguntó.
—No sé... si hubiera una mínima posibilidad de que matándola tú vivieras...—me interrumpió.
—No te dejaría hacerlo—le miré.
—¿Por qué?—me extrañaba que dijera eso.
—Porque es tu hermana, y aunque la odies no puedes hacerle eso—sonreí y me senté en el suelo.
—La cabeza me va a explotar—susurré.
—Más vale que no sea así, tenemos un trabajo pendiente—dijo Helen, sentándose tras de mí. Su pelo ondulado se movía con el viento, pero sin tapar su radiante sonrisa.
—¿El de literatura?—pregunté desganada.
—Así es—noté que Frank nos miraba un poco perdido.
—Frank, esta es Helen, otra de mis hermanas—ésta le sonrió de forma tierna.
—Ah—contestó él.—Tengo cosas que hacer, hablamos luego—se levantó y me dio un beso en la frente, dejándome a solas con Helen.
—¿Danielle aceptó hacer el trabajo con nosotras?—pregunté sin darle importancia al comportamiento de Frank.
—Sí—dijo. 
—Perfecto, así estamos las tres juntas—añadí.—¿Vamos?—Ella asintió.
—Y dime...¿qué vas a hacer con lo de Kiré?—preguntó.
—Matarla, no me queda otro remedio—susurré para que nadie pudiera oírlo más que ella.
—Siendo sincera—la miré—yo siempre la he odiado por matar a nuestra madre.
—Por el amor se mata a quien sea...—dije.
—Nadie mejor que tú para decirlo.

> Presente.

—Querías...venganza con Kiré, yo no recuerdo entrar en tus planes...—dije con dificultad, ya que la soga que tenía en el cuello empezaba a apretar.
—Yo quiero justicia contigo—contestó él.
—¿Justicia? ¿Acaso yo infringí alguna ley?—pregunté irónicamente.
—Abandonaste a tu familia por Frank—contestó,  y abrí los ojos como platos, ya que no esperaba esa respuesta.

> 2 días antes.

—No es la primera vez que mato a alguien por ti—dije acomodándome en el pecho de Frank.
—Lo sé, ese es el maldito problema Lacie—dijo él. Fruncí el ceño y antes de que dijera nada, añadió:—Entiende que es peligroso. Tu padre sabe lo de los asesinatos, lo sabe todo, si quiere juzgarte, puede hacerlo sin ningún tipo de problema—le interrumpí.
—En realidad sí que hay un problema—noté como me miraba dudoso.—Nunca me dejaría atrapar por él.
—Porque yo estaría para salvarte—añadió. Le miré con una sonrisa.
—Por eso estoy tan segura—me acerqué a él y lo besé, aunque algo dentro de mí estaba mal. Algo me decía que él no me salvaría. No esta vez.—¿Qué era lo que tenías que hacer esta tarde?
—Hablar con Gilbert—dijo él.
—¿Sobre qué?—pregunté curiosa.
—Quería asegurarme de que no va tras mi hermana—dijo.
—¿Her...mana?—pregunté levantándome de su pecho.
—Melliza—añadió—se llama Malena. 
—Encantada de conocerte—añadió una chica desde la ventana. Su pelo largo, hasta la cintura, sus ojos marrones oscuros y una sonrisa brillante en la oscuridad me hizo replantearme si realmente eran mellizos.—No son reales, llevo lentillas—añadió con una sonrisa.—Ay hermanito, te empezaba a echar en falta—se sentó en la cama con nosotros, mientras abrazaba a Frank.
—¿Todo bien?—preguntó él.
—Nunca me ha llegado a coger—repuso ella con una sonrisa.
—Esa es mi hermana—sonrió él. Me sentía algo incómoda, y no me gustaba esa sensación. Me levanté y me senté en la ventana, mirando al jardín. Vi a alguien conocido sentado en la rama del árbol, y sin pensármelo dos veces salté desde la ventana; y aunque era un séptimo piso aterricé sin problemas. 
—¿Jazyla?—pregunté. Ésta se dio la vuelta y me abrazó.—¿Qué haces aquí?
—Vienen a por Frank—susurró en mi oído. Me separé de ella y miré hacia la ventana, Frank estaba apoyado en ella, hablando con Malena.
—No...—me interrumpió.
—Sí, Gilbert ha mandado a gente a por él, vente, ven conmigo, estás a tiempo de salvarte—me tendió su mano.
—Pero también estoy a tiempo de salvarlo a él—rechacé su oferta—prefiero morir por él, que huir.
—Nosotros no dejaremos que eso pase—Blair apareció detrás de un árbol, junto con Arthur.
—¿Qué estáis diciendo?—pregunté.—No tenéis que meteros en esto.
—No lo hacemos por ti—dijo Arthur—lo hacemos por él.
—Antes que tu novio, es nuestro mejor amigo—añadió Blair—y si para hacerle feliz, hay que protegerte, se te protege y punto—sonrió.
—¿Cuándo llegan?—Jazyla miró al cielo.
—Mañana a estas horas todo estará lleno—contestó. Un escalofrío me recorrió la espalda. Si huyéramos hoy...pero de todas formas, aquí hay gente que también necesita protección. Blair, Arthur, Monna, todos los vampiros que hay en esta escuela, no sobrevivirían, tampoco los humanos...Esto supone una catástrofe, una catástrofe enorme. Una matanza en toda regla, otra vez provocada por mi padre.
—Necesitamos un plan—dije finalmente tras varios minutos de silencio incómodo. 
—El plan es que tú y Frank huyáis—dijo Blair.
—Llevamos huyendo muchos años, y yo quiero luchar—añadió Frank a mi espalda. Me giré y le vi, acompañado de Malena.
—Lo mejor es huir—dije apartando la vista de los dos.
—Si te quieres ir vete, pero yo me quedo—contestó frío. Todos se miraron entre sí, preguntándose si estaba bien todo entre nosotros. Odiaba aquella situación, por lo que me dirigí al salón, y noté que Malena me seguía. 
—Déjame en paz—conseguí gritarle cuando llevaba varios minutos siguiéndome.
—Yo también quiero que Frank esté bien—dijo obviando mi grito—así que te ayudaré a protegerlo, así tenga que morir yo también.—Me giré para verla.—¿Por qué no hay humanos aquí?
—Están todos de vacaciones—contesté—sólo nos quedamos los vampiros.
—Por eso querían venir hoy...lo tienen todo bien calculado—susurró.
—No todo—comenté. Me miró con intriga—ven.
Nos alejamos de los salones y nos dirigimos a la parte más poco cuidada del edificio. Semanas antes, Leo me había comentado de la existencia de unas plantas subterráneas, llenas de armas y todo tipo de artilugios que los vampiros pueden usar en caso de que sea total y absolutamente necesario usarlas. Es decir, en una situación como la que nos estábamos enfrentando en aquel momento. Encendí la única luz que había en aquellos almacenes subterráneos y Malena lo observó todo con admiración.
—¿Esto nos servirá?—preguntó mirándome.
—Sí, y mucho—contesté.—Yo intentaré alejar a Frank, y tú usaras con los demás que quieran ayudar estas armas. Sé que Gilbert sabrá de la existencia de éstas, pero también sé que duda que nosotros sepamos de ellas—Malena me miró.
—Frank quiere luchar, no será fácil hacer que se aleje—dijo ella. Asentí cabizbaja.
—Pero también sé que haría todo por mí.

> Presente.

—No debiste huir de nuevo...—replicó Gilbert sin apartar el arma de mi sien.
—Ibas a matar...—me interrumpió.
—¿Al amor de tu vida? No me hagas reír, Lacie. A mí me arrebataron a la mujer que amé.
—¡Pero no fui yo!—grité llena de rabia.
—Pero contigo lo pagaré igualmente.
—Ya...lo has pagado....ya me lo has arrebatado todo...
—Aún no—dijo colocando el dedo en el gatillo de nuevo—aún puedes respirar.

> 1 día antes.

Pasamos toda la noche dando vueltas por el edificio, sin rastro de Gilbert por supuesto, y también sin noticias de algún extraño que hubiera llegado a los terrenos. Me sentí aliviada, pero el rostro de preocupación de Jazyla no me dejaba estarlo por mucho tiempo. La creía. Jamás me mentiría en algo así, y si ella decía que vendrían a por nosotros, no iba a cuestionar sus palabras, por lo que estaríamos preparados para cuando llegaran. 
A las siete de la mañana, escuchamos un disparo proveniente de la parte de atrás del edificio, en los jardines traseros. Salimos corriendo hacia allí, y tal como había dicho Jazyla, íbamos a tener visita. Pero no de tres, o cuatro vampiros. Allí había por lo menos unos treinta.
—¿Pensáis plantarnos cara?—preguntó uno de ellos.
—No, sólo vamos a defendernos—contestó Frank poniéndose a mi altura. Me cogió la mano, y empezó una lucha un tanto desequilibrada en ambos bandos.
*
Éramos exactamente, treinta contra diecisiete. La cosa estaba algo complicada, por lo que me costó bastante proteger a Frank, cuando a veces no podía ni protegerme a mí misma. En menos de tres segundos tenía a uno delante, intentando arrancarme el brazo. Le di una patada en la cara y le arranqué la cabeza. Uno menos, pensé. Miré hacia los lados, y vi que uno iba por la espalda de Blair, y ella no estaba al tanto de ese ataque. Me moví rápidamente para intentar llegar a él antes de que llegara a ella, pero otra se me puso en el camino, intentando descaradamente llevar la mano hasta mi pecho, y por consiguiente, arrancar de cuajo mi órgano vital. Sonreí cogiendo su muñeca y desprendiendo de su brazo la mano con un simple gesto. La sangre salpicó en mi cara y ropa, y la chica sonrió maliciosamente. Esquivé un puñetazo suyo y le clavé la mano directamente en es estómago, atravesándola hasta que vi mi mano salir por su espalda. Giré el brazo un par de veces, y por último metí mi mano dentro de su, ahora frágil cuerpo, sacando sin problemas su corazón, que en mi mano aún latía. Lo estrujé en mis manos y dejé que el cuerpo, y los pedazos cayeran al suelo. Casi no me dio tiempo a reaccionar, cuando vi a otro a mi lado, atacándome. Pero también vi a Frank, rápido, arrancando su cabeza en un simple golpe. Me sonrió, y cuando miré a los demás, estaban todos como yo, llenos de sangre, y rodeados de cadáveres. Nunca me había resultado tan fácil, y nunca había tenido tan poco pudor en matar vampiros.
Aunque nunca tenía nada de eso con cualquiera que tuviera el valor de acercarse a Frank.
*

jueves, 26 de julio de 2012

*Capítulo cinco.

¡Hola! Ya estoy aquí otra vez. Este capítulo lo considero muy importante, porque se revela gran parte del misterio del pasado de Lacie y Frank, pero después de esto viene lo peor; su futuro. Van a tener que pasar por muchas cosas duras, ¡ya juzgaréis vosotros mismos! Espero que os guste, la verdad es que a mí me ha gustado bastante como me ha quedado. Los próximos no serán tan románticos como lo es este, aunque habrá mucho drama. Y bueno, que no quiero contaros mucho más. Añadí a dos personas más a personajes secundarios. ¡Un beso!
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------




2.500 años antes.


Caminar por la plaza se había vuelto una costumbre en mí. Aunque nunca iba sola, siempre estaba acompañada fielmente por Frank, quien jamás me dejaba ni un momento. Agradecía su compañía constante, su manera de hacerme reír, agradecía profundamente estar con Frank a cada momento del día. Muchas veces, había sentido que mi padre no aprobaba mi relación con él, pero, nunca había averiguado por qué, hasta ese día.
Frank y yo tomamos un atajo por un callejón, y cuando quisimos darnos cuenta, estábamos alejados del centro del pueblo, casi cercanos al bosque. Le miré y sonreí.
—Parece ser que nos alejamos demasiado—comenté—padre se enfadará si no vuelvo ya...—pasé a su lado dispuesta a volver, y Frank me cogió del brazo.
—¿No sabes por qué él no aprueba que nos veamos?—preguntó soltándome el brazo. Me quedé parada sin moverme, mirando al suelo.
—No—contesté.—¿Es que tú lo sabes?
—Sí—afirmó.—Tu padre y el mío nunca se han llevado bien. 
—Eso no tiene sentido—me giré, mirándole—son hermanos, se llevan bien, yo los he visto juntos.
—Esa es la imagen que dan a todos, que se llevan bien—dijo—pero realmente ambos tienen ganas de asesinarse el uno al otro.
—No digas tonterías.—Le miré, esbozando después una sonrisa—el único problema que tiene mi padre contigo, es que eres algo mayor que yo, simplemente.
—Sólo te llevo unos sesenta años—esbozó una carcajada.
—Eso para él ya es mucho—contesté. Le tomé de la mano suavemente.—Frank, tú sabes que te amo, y pase lo que pase, no nos van a separar, jamás. Porque mi corazón, mi alma, todo mi cuerpo, está en tus manos.—Me sonrió, acariciándome el cabello.
—Tú eres la única que puede dañarme, Lacie. Si algún día decidieras desaparecer, o irte con algún otro...yo te esperaría, te esperaría toda la eternidad, si me dieras el más mínimo indicio de que volverías a mis brazos—se acercó peligrosamente a mis labios, con una ligera curvatura en los suyos.
—Jamás me separaría del hombre que amo, el hombre que me dio la vida—me acerqué un poco, dejando que ambas bocas colisionasen en un beso que pareció eterno, un beso que mostraba una pequeña parte del amor que sentíamos el uno por el otro.
Me tomó de la mano de nuevo, y me llevó hacia el centro de la plaza de nuevo, antes de acompañarme como siempre hacía, hasta la puerta de mi hogar.


Presente.


—¿En qué estabas pensando?—Blair cerró la puerta de un portazo, después de que Arthur entrara cargado con Frank encima, inconsciente.—Casi lo matas, Lacie—añadió acercándose a mí.
—No sabéis nada, por tanto no deberíais acusarme—expliqué sin quitarle la mirada a Frank.
—Es hora de que nos lo expliques, ¿no?—preguntó Arthur, mucho más calmado que Blair. Ésta asintió rápidamente, y yo suspiré, intentando ordenar los sucesos de mi mente.
—Mi nombres es Lacie Menkaire, y soy una de las hijas de Gilbert y Helena. Originariamente vivíamos en lo que ahora es Roma, y el clan de Vincent y Beatrice vivía con nosotros, antes de que empezaran a criar monstruos como hijos propios. Frank—le miré—es el primer progenitor de Vincent y Beatrice. Ambos nos conocimos en la niñez, y siempre estuvimos juntos. Como sabéis, al llegar a los dieciocho, cuando eres vampiro de nacimiento, dejas de envejecer. Y ahí fue cuando comenzó todo. Frank y yo nos unimos mucho más, y nos dimos cuenta de que ambos estábamos enamorados el uno del otro. Durante estos años, nos hemos visto obligados a mudarnos infinidad de veces para que nadie sospechara de nuestra juventud estática, pero Frank y yo siempre nos hemos ido juntos. Cuando Gilbert decidió acabar con todo gen descendiente de Vincent y Beatrice, Frank y yo nos vimos obligados a huir y escondernos. Durante setecientos años nadie jamás nos encontró. Mi vida se ceñía a él, y su vida a mí. Pensamos en tener hijos incluso. Gilbert siempre había dicho que Frank no era una pareja correcta para mí, sólo porque pensaba que él también habría heredado la monstruosidad que caracterizaba a sus hermanos. Pero eso no fue así. Dado que fue el primer hijo que tuvieron, y nació de la primera vez que tuvieron relaciones entre ambos, nació sano, era un vampiro purasangre normal, sin ningún tipo de malformación. Pero eso no les entraba en la cabeza a ninguno de mis tíos, ni siquiera a mi padre o mi madre. Mis hermanas y hermanos se alejaban de mí, y Frank nunca fue bien recibido en mi casa cuando comenzamos nuestra relación. Es por eso que escapamos, hasta que un día Gilbert me visitó.—Blair me interrumpió.
—Entonces hay algo que no me cuadra—dijo.—Me dijiste que te convertiste hace ciento ochenta y nueve años. ¿Cómo puede ser que seas una de las hijas de Gilbert y Helena?
—Cuando Gilbert me visitó, me contó que habían descubierto una fórmula nueva. Habían investigado el por qué los humanos se convertían en vampiros, y antes de querer acabar con todo descendiente de Vincent, estudiaron todas las posibilidades de erradicar el problema sin llegar a los asesinatos. Descubrieron que era posible convertir a un vampiro en humano, por tiempo indefinido. Aunque el vampiro jamás perdería sus habilidades, sólo las adormecería. Haría una vida de humano normal, sólo que jamás envejecería, porque no es humano, sigue siendo vampiro. Esto, no funcionó con ninguno de los hermanos de Frank, pero milagrosamente, con él sí que era posible que funcionara. Le pregunté millones de veces que si él quería ser humano, pero siempre me contestaba que como vampiro y con mi compañía estaba bien, aunque siendo así le quisieran matar, él era feliz a mi lado. Hace doscientos años, Leo y Kiré entraron a nuestra casa para intentar matar a Frank por órdenes de Gilbert, ya que Frank había agotado el tiempo para tomar la poción. Intenté impedirlo, intentamos huir, pero decidimos que lo mejor era que él la tomara, y viviera una vida de humano casi normal. 
"
¿Y qué pasa si la tomo? Tú quedarás como vampiro, y yo como humano.
Sigues siendo un vampiro en tu corazón, no envejecerás, podremos seguir juntos.
Si yo tomo esta poción, tú te irás, no seré el mismo. Lacie lo olvidaré todo, esta poción me hará olvidar todo lo que he vivido como vampiro.
¿Olvidarás el amor que tienes hacia mí?
Yo no quiero, pero sé que esta maldita poción lo logrará. Lacie, si yo me convierto en humano, quiero que tú también vuelvas a ser humana. No quiero que me recuerdes, no quiero que sufras. 
"
—Entonces cuando se llevaron a Frank y lo convirtieron en humano, se olvidó de ti completamente, y vivió como ser humano normal—comentó Arthur. Asentí.
—Entonces tú...hace ciento ochenta y nueve años...—interrumpí a Blair.
—Después de que se llevaran a Frank, cuatro años después, no aguantaba más el dolor que tenía en el pecho, y decidí tomar yo también la poción. Volví a ser humana y todos mis poderes quedaron apagados, en ese tiempo viví como una chica normal, aunque me veía obligada a mudarme cada cierto tiempo, ya que nunca envejecía. Siempre me preguntaba a qué se debía eso, pero nunca llegué a investigarlo. Una noche, hace ciento ochenta y nueve años, Kiré volvió a aparecer en mi vida. Me contó todo lo que yo había sufrido en un pasado, y claramente no la creí. Pero al morderme, volví a recordarlo casi todo. 
—Pero al llegar aquí no conociste a Frank, no sabías qué era para ti—dijo Arthur.
—Eso es porque yo no había bebido su sangre hasta esta noche. Recordé que yo era vampiro, recordé a mi clan, toda la historia, pero todo lo relacionado con Frank se borró de mi cabeza y jamás apareció. Hace cien años, Leo decidió contarme algo sobre él, ya que yo sabía que me faltaba algo, que yo había sufrido, que algo muy fuerte me había hecho querer ser humana para olvidar. En mis recuerdos había lagunas que no recordaba, y necesitaba saber qué había pasado en mi vida, qué es lo que me había hecho tanto daño. Durante todo este tiempo me alimenté del mismo recuerdo, el momento en que Kiré me convierte. Pero estando aquí volví a recordar cosas lentamente, el momento en que defendí a Frank de Leo, y le pedí que se alejara...
"
Lacie no quiero que dejes de vivir por esto. No por mí. Tienes que continuar tu vida.
Dejé de vivir hace tiempo... el día en que me enamoré de ti, Frank... el día en que te entregué mi corazón.
"
—No me hiciste caso... al final... dejaste de vivir... por aquello...—escuchamos susurrar—tonta Lacie...—me giré y vi que Frank había abierto los ojos, y me estaba mirando con una tímida sonrisa.
—¿Frank? ¿Nos recuerdas?—preguntó Arthur acercándose a él.
—Claro que sí—respondió—lo recuerdo todo—le miró—todo—me miró a mí esta vez. Me acerqué y me coloqué de rodillas al lado de él, acariciando su rostro.
—Lo siento...—comencé a decir. Arthur y Blair se levantaron y salieron de la habitación, dejándonos solos.—Me comporté como una estúpida. Decidí olvidarte a buscarte. Pero siempre te busqué inconscientemente...—me cogió de la mano.
—Lacie...—colocó su rostro en el borde de la cama, cerca del mío—no sabes lo que te he echado de menos—sonrió. Me acerqué casi inconscientemente a él, dejando que sus labios y los míos hicieran una inocente presión, presión suficiente para darnos cuenta de que jamás olvidamos lo que sentíamos el uno por el otro después de tantos años. 
—¿Eres consciente de que esto no va a ser fácil?—pregunté inocente.
—Lo sé—me acarició la cara—a partir de ahora vamos a tener muchos problemas, pero sé que podremos solucionarlos y salir de ellos juntos, como siempre hemos hecho—sonrió.—Además, tenemos a Arthur y a Blair, que seguro que nos ayudarán. Además de los demás vampiros de la escuela. Si te temían por ser purasangre, ahora que ya todos sabrán que eres una de las hijas directas de Gilbert y Helena, estarán todos a tus pies.
—Bueno, el que más impone eres tú—dije—eres el único miembro del clan Frembail.
—Y soy sólo propiedad de Lacie Menkaire—susurró cerca de mis labios de nuevo. Sonreí y dejé que volvieran a hacer una diminuta presión los unos con los otros. No necesitaba mucho más de él. Con eso, o con un mínimo roce, sabía lo que sentía.—Lacie—le miré.—Siento haberte olvidado. Debí haber luchado, debí haber resistido por los dos. Sabes que nunca he sido un valiente, que jamás he dado todo por nadie, hasta que un día llegaste tú, con esa sonrisa y esas ganas de vivir, que me cambió por completo. Siempre he buscado la luz de mi vida, y algo dentro de mí siempre me dijo que eras tú. Aparecías en cada sueño que tenía, en cada recuerdo siempre veía tu nombre. Jamás te reconocí, un muro no me dejaba ver tu rostro. Pero ahora que lo recuerdo todo, sólo puedo decirte que sigues igual de bella que la última vez que nos vimos—me acarició la mejilla. Me levanté y me apoyé en su pecho, dejando que él me acariciara la cabeza lentamente.—Eres la razón de que este corazón lata, Lacie. La razón por la que este corazón ha latido durante tantos años. La razón de mi pura existencia. Tú me salvaste Lacie, eres mi ángel—le miré, dejando que mis ojos se llenaran de lágrimas—jamás me abandones. Sin ti no sé que hacer.
—Te amo Frank, jamás he dejado de hacerlo—contesté. Sonrió y me acarició de nuevo, levantándome sin esfuerzo y colocándome a su lado, abrazándome.


A la mañana siguiente ambos salimos de la habitación juntos, y sin darnos cuenta nos chocamos con una chica que venía a buscarnos. Tenía el pelo castaño y dos trenzas salían de ambos lados de su cabeza hacia atrás. Ojos marrones y una tierna sonrisa.
—Os estábamos buscando—dijo.
—¿Tú eres...?—preguntó Frank cogiéndome de la mano.
—Rebecca Styles, voy con vosotros a clase de inglés—contestó la chica.—Vamos, la profesora está a punto de llegar, y sabéis que no le gusta que lleguemos tarde.
—Gracias—dije.
Los tres salimos corriendo hacia el aula, y al entrar vimos a Blair y a Arthur, esperándonos. O eso parecía. Se nos acercaron lo más deprisa que pudieron y nos llevaron hacia uno de los rincones.
—Ha habido un cambio en el profesorado—susurró Blair.
—¿Un cambio?—pregunté. Arthur asintió.
—No puede ser...—susurró Frank. Nos dimos la vuelta y lo vimos. Llevaba un traje negro, con una camisa blanca y la corbata negra también. El pelo azul oscuro que tenía lo llevaba revuelto, dándole un aire más juvenil, aunque tuviera nada más y nada menos que tres mil años. Tragué saliva, y escuché a Kate Wimblenton, una chica rubia, vampiro, después de mirarme a mí y mirarlo a él, susurrar: ¿qué está haciendo Gilbert Menkaire aquí?
—Por favor chicos, siéntense—pidió Gilbert mirándome. Me quedé estática, mirándolo, tragando tanta saliva como podía para no ahogarme. Frank me cogió de la mano y me intentó mover del sitio.—Señor Lapiccolo, ¿no tendrá usted pensado sentarse al lado de la señorita Menkaire, verdad?
—Eso es exactamente lo que iba a hacer—contestó Frank de mala manera.
—Me temo que no será posible. Vaya a sentarse con el señor Lachowsky, y usted—me miró—usted, se sentará al lado de Monna. 
Frank me soltó la mano y se fue al lado del chico, Stephano se llamaba. Yo me senté al lado de Monna, preparándome para una avalancha de preguntas.
—¿Qué hace aquí tu padre?—susurró.
—¿Desde cuándo sabes que es mi padre?—pregunté sin quitar la vista de Gilbert.
—Desde que te vi entrar por la puerta del edificio, os parecéis considerablemente—concretó Monna.
—No sé que hace aquí, supongo que es por Frank—susurré.
—No debías haberle convertido, sabías que todos sus poderes volverían—dijo.
—Eso no lo sabía hasta que no lo convertí. Y ahí no tenía marcha atrás—dije, tragué saliva y no moví ni un músculo cuando la vista de Gilbert se posó en mí.
—Podías haberlo matado—añadió Monna con una risa.
—Lacie—dijo de repente Gilbert—espero que no le importe acompañarme después de clase un momento, tengo que hablar con usted.
Miré por última vez a Frank, que por su rostro me dio a entender que sabía perfectamente lo que quería decirme Gilbert, ya que también habría indagado en su cabeza, tal y como hice yo.
El que Gilbert estuviera allí como profesor tenía pegas y ventajas. Ventajas, que podría alimentarme de quien me diera la santa gana, porque él me lo permitiría. Ventajas, que me contaría más cosas de mi pasado, ya que él ya sabía que había recordado que era mi padre. Pegas, la única, que era además mi más temido miedo, mi mayor pesadilla; estaba ahí para matar a Frank, le costase lo que le costase. Y estaba totalmente segura de que no le importaría en absoluto matarme a mí para asesinarlo a él. Nunca comprendí por qué esa obsesión de asesinar a todo el clan, ¿tanto rencor le tenía a Vincent? Estaba claro que algo había sucedido entre ambos, pero ya que no sabía que era mi padre hasta la noche anterior, jamás tuve la insolencia de preguntar. Mi mente se centró en Leo y en todo lo que le estaría divirtiendo esta escena, incluso pensé en Kiré, hermana de sangre que mi padre nunca reconoció como tal. ¿Por qué vengarse de mí con mi padre? ¿Acaso cree que ayudarle hará que la vuelva a reconocer como hija? Después de la imprudencia, del asesinato que cometió, jamás, mi padre jamás la perdonará. 
"
Esta noche lo haré, Lacie.
No lo hagas, padre se enfadará.
Él puede tener a quien quiera, y ella no me cae bien.
Kiré no lo hagas.
"
Mi padre jamás perdonará, por mucha ayuda que ella le pueda brindar, que ella, Kiré Menkaire, hija de su sangre, que crió igual que me crió a mí, dándonos todo su amor, dándonos todos los caprichos y regalos que le pedíamos, una noche, mató a su mujer. Mi hermana asesinó a Helena. 
"
¿Por qué lo harás? Es nuestra madre...
Con ella en medio no puedo conquistarlo a él.
¿A qué te refieres?
Lacie, estoy enamorada de Gilbert, y no me importa matar a Helena para conseguir que se fije en  mí. 
"

martes, 24 de julio de 2012

*Capítulo cuatro.

¡Hola! Bueno, perdón por haber tardado tanto en subir, pero mis padres se fueron de viaje, y yo me quedé en casa de mi hermana, y tenía el capítulo en mi portátil, en mi casa. Pero como me daba mucha cosa subir cuando volvieran mis padres, he vuelto a reescribir el capítulo ahora. Es largo, tan largo como mi cuello me ha permitido. Espero que os guste y que comentéis vuestra opinión. Siento no haber añadido a nadie en este capítulo, pero tengo todas las fotos y las descripciones en mi portátil, y sin ellas no podía añadiros. Lo siento. 
-----------------------------------------------------------------------------------------------






"
Frank, no quiero perderte...
¿Acaso crees que me perderás?
Sí. Siento que algo va a pasar, que algo nos va a separar...
Lacie, escúchame. Pueden pasar miles de años, puede pasar toda mi vida, nos pueden separar, me pueden matar, nos pueden matar. Pero yo te seguiré amando, porque mi corazón es tuyo, solamente tuyo. De aquí, a la eternidad. 
"


Me giré en la cama para ver si Blair seguía ahí. Estaba de espaldas a mí, mirando la pared. Sabía que estaba enfadada conmigo, y que probablemente no querría hablarme. Supuse que me lo merecía, porque ella y yo hasta el momento en que pasó lo de Frank, manteníamos una especie de amistad. Algo así como lo que tenía con Jazyla, pero no tan importante como eso. Era algo extrañamente nuevo para mí. Me senté en el borde y cogí aire, antes de hablar.
—Sinceramente no quiero saber qué te traes con Frank—dijo Blair antes de que pudiera hablar—no me importa si le quieres, si te gusta, o si le gustas. Sólo quiero que me olvides, que olvides que alguna vez quise ser tu amiga, y que no me hables durante todo el tiempo que estés aquí.
Tragué saliva y asentí. Era lo mejor. Sin duda no tenía que haber puesto en peligro la seguridad de una chica como ella, ni de Arthur. Yo no tenía que haber metido a nadie más que a Frank en esto. Pero siempre se me complicaban las cosas, siempre. Salí del edificio, era temprano, calculaba que las cinco y media de la madrugada aproximadamente. Suspiré, dejando que el aire removiera mi pelo, cuando sentí a alguien detrás de mí.
—Es él, ¿verdad?—pregunté. Escuché una carcajada disimulada, y Leo se colocó a mi lado.
—Si te lo digo iría en contra de las reglas—contestó.
—¿Qué reglas?—le miré.—Esto no es un juego.
—No para ti, pero para mí sí lo es.—Sonrió y me crucé de brazos, alejándome.—Oh vamos, Lacie, ¿te molesta que me divierta?—me cogió de la barbilla, obligándome a mirarle a los ojos.
—No, me molesta el juego—contesté apartando la vista.—Sabes que llevo esperando esto desde hace años, desde que ocurrió todo, ¿por qué te empeñas en no dejarme hacer lo que debo?—Leo se giró y me dio la espalda, cruzándose de brazos y suspirando profundamente.
—La persona que estás buscando tan desesperadamente es la razón por la que has vivido estos últimos años, Lacie. La persona por la que nunca te has dejado vencer, por la que has estado en vela día y noche, por la que has llegado a matar. ¿Qué pasa si te dijera quién es?—me miró.—¿Qué harías? Le dirías: llevo buscándote desde que tengo uso de razón, pero tú no me recuerdas. ¿Eh? ¿Le dirías eso? ¿Le contarías todo su pasado? ¿El oscuro pasado que él decidió olvidar por su propia voluntad? Decidió olvidarte Lacie, no tienes derecho a violar eso. Tú también deberías olvidarle.—Le interrumpí, corrompida por la ira.
—¡No!—grité—¡Tú no sabes nada! ¡No sabes lo que él me dijo antes de que pasara todo! ¡Él me amaba, me amaba!—noté que dos gotas saladas salían de mis ojos—¡Me pidió que lo recuperara, así me costara la vida! ¡Lo prometí y lo cumpliré! ¡Porque habrán pasado setenta y nueve años, pero yo sigo amando a Frank!
—¿Frank?—preguntó alguien a mi espalda. Me giré, lentamente, y no pude evitar arrepentirme de haber dicho aquel nombre en voz alta. Vi al chico moreno, con gafas de sol, el mejor amigo del ya mencionado.—Ven, tenemos que hablar.
—No—contestó Leo antes de que pudiera contestar yo—Lacie y yo tenemos aún asuntos pendientes.—Me cogió del brazo y me pegó a él. Yo simplemente bajé la vista, sabiendo de antemano lo que iba a suceder.
—Conoce a Frank desde hace casi ochenta años, es mi mejor amigo, y ella me tiene que explicar lo que está pasando—miró a Leo—a no ser que lo quieras hacer tú.
—¿Tú?—preguntó con sorna Leo—¿cómo te atreves, niño?
—Arthur, vete—dije. Él se negó, acercándose—joder, que te vayas, luego hablamos, de verdad—volví a decir. Arthur me miró, con gesto desaprobador, y se marchó. Me giré a observar a Leo a los ojos, dejando que me llevara a donde nadie nos viera. Él necesitaba saciarse de mí, y yo de él.


Dos meses después, las cosas no habían cambiado mucho. Blair seguía sin dirigirme la palabra, de vez en cuando intercambiábamos varias palabras, las justas para saber los trabajos de alguna materia, o los exámenes fijados. Arthur, por iniciativa propia, había decidido no dejarme sola en ningún momento, así que salía con él, Frank, y sus amigos durante mis horas libres. El director tuvo una pérdida en su familia, por lo que decidió cancelar las clases durante una semana, así que todos teníamos tiempo suficiente para divertirnos, y ponernos al día con los estudios. Esa noche habíamos decidido hacer una fiesta en los jardines traseros, e iba a asistir casi toda la escuela. Salí de la habitación a la par que Blair, porque aunque salía con Arthur, ella venía con nosotros, ya que también eran sus amigos. Yo intentaba pasar lo más desapercibida posible entre todos aquellos vampiros y humanos que Arthur tenía por amigos, aunque a veces se me hacía algo imposible. 
Llegué al jardín trasero y me dispuse a sentarme sola, cerca de una chica que reconocería a mil kilómetros a la redonda. 
—¿Qué haces aquí?—pregunté acariciando el cabello de la chica.
—Vine a visitarte, supongo que me tendrás que contar cosas—se giró y se acercó a mí, sonriendo.
—Jazyla, eres menor para estar aquí—contesté con una sonrisa.
—En realidad tengo más edad de algunos de los que hay aquí—susurró. Reí y la miré.
—¿Quién eres tú y qué has hecho con Jazyla? La chica que jamás se ha saltado una norma—dije mirando la bebida que traía en las manos.
—¿Qué es?—dijo mirándola. 
—Whisky—contesté.—Demasiado fuerte para ti.
—¿Desde cuándo bebes?—preguntó inocente.
—Desde hace setenta y ocho años.
No volvimos a dirigirnos una palabra después de dar a entender que mi cabeza estaba centrada en aquellos recuerdos vanos que cada día cobraban más sentido en mi cabeza. Todavía no había averiguado si el Frank de mis recuerdos era el mismo Frank Lapiccolo, pero de lo que sí estaba segura, era de que aunque no fuese él, aquel chico tenía una relación conmigo, o al menos la tuvo en un pasado.
Levanté la cabeza y vi que Frank se acercaba a Blair, le susurró algo en el oído, y ambos, de la mano, se alejaron de la fiesta. Una parte de mí se preocupó, cuando la mente de Blair sólo pensaba en beber la sangre de Frank. Y algo me decía, que no podía permitir eso. Me excusé de Jazyla y fui detrás de ellos tan sigilosamente como pude. 
—¿Entonces la quieres?—preguntó ella.
—Sí—contestó.—Pero sabes que tú has estado la primera siempre.
"
¿La primera por delante de todas?
Has sido mi primera, y mi única.
"
—¿Entonces quieres salir conmigo?
—Sí Blair, eso es lo que quiero.
—No te creo.
"
He visto como la miras, ¿aún quieres que crea que me quieres solamente a mí?
Te juraría amor eterno si así me creyeras.
Hazlo.
"
—Pero aquel beso...—él la interrumpió.
—Sólo fue eso, un beso. Ambos estábamos haciendo el idiota aquella noche, apenas nos conocíamos, y desde entonces no hemos vuelto a pasar un rato más a solas. Blair, créeme, la quiero, como amiga. Mis sentimientos hacia ti van mucho más allá.


Canción para poner de fondo (opcional).


Y después de eso, silencio. Supuse que allí sobraba, por lo que me fui de nuevo a la fiesta, pero Jazyla ya no estaba. Llené el vaso de más alcohol. Siempre había oído, que cuanto más te emborrachas, más fácil es el olvido. Y eso fue lo que me propuse hacer aquella noche. Olvidar que era un vampiro, olvidar que podía matar con la mirada. Me propuse ser normal por un momento, y aclarar si realmente sentía algo por Frank. 
Dos horas después, estaba bastante afectada, pero a las cuatro de la madrugada, ya no me tenía en pie. La cuarta vez que me caí, Frank fue el que me levantó.
—Te has pasado—le escuché decir con una sonrisa fingida.
—Bah—contesté.—¿Qué te pasa?—pregunté.
—Nada—me contestó sentándome en las escaleras de la puerta principal.
—Sé que te pasa algo—contesté mirando al suelo, frotándome los ojos.
—Me he sincerado con Blair—comenzó a decir—y parece que no le ha gustado...
—¿Qué le has dicho?—pregunté.
—Lacie—me cogió de las manos—¿qué eres para mí?—le miré e intenté asimilar la pregunta, intenté contestar a la pregunta que llevaba haciéndome todo ese tiempo.
—No lo sé—contesté.
—Yo tampoco—contestó.—Intento averiguar por qué eres tan extrañamente importante para mí, por qué parece que te conociera de siempre...—le interrumpí.
—Bueno, serán imaginaciones tuyas—dije. Asintió.
—Espero que sea así, sinceramente—sonrió.
—¿Qué ha pasado con Blair?—pregunté intentando cambiar de tema.
—No quiere saber nada de mí—dijo. 
—Lo siento—contesté. Encogió los hombros.—¿Es por el beso?
—Sí—contestó frío.—Por eso tengo que disculparme—me miró.
—¿Por el beso?—pregunté extrañada.
—Sí—contestó.—No debí besarte, lo siento—me cogió de las manos.
—No es...nada—susurré. Me solté de sus manos.—¿Te hace un trago?—dije ofreciéndole la botella.
—La verdad es que sí—la cogió y le dio un trago bastante largo.
—Tranquilo fiera, que es muy fuerte—dije sonriendo.
—Podré con ello—me guiñó un ojo. Le quité la botella y bebí yo.
—Blair me odia—dije mirando al frente.
—Y a mí—dijo Frank cogiendo la botella.
—Odio esta escuela—dije.
—Odio estudiar—contestó él.
—Arthur me odia también—dije, agarrando la botella de nuevo.
—Blair tiene ganas de ahorcarme—contestó él riendo irónicamente.
—Si pudiera matarlo cada vez que me mira con esa cara de "no deberías estar aquí", habría pasado más tiempo muerto que vivo—dije.
—Ella no entiende que la quiero—dijo él.—No le entra en la cabeza de piedra que tiene.
—Y la semana que viene tengo ocho exámenes—añadí bebiendo durante bastante tiempo.
—Mi padre quiere que pase la navidad con ellos—dijo él. 
—Quiero volver a ver a la razón por la que vivo, Frank—le miré.
—Empiezo a creer que la mía eres tú—me miró.
—Has dado en el clavo, chico—se escuchó por detrás. Me giré tragando saliva.
—Ki...Kiré—murmuré. Me levanté, poniendo a Frank detrás mía.—¿Qué estás haciendo aquí? 
—Pasaba por aquí, y te escuché pensar que no entendías por qué Frank aparecía en todos tus recuerdos—contestó. Frank se puso de pie a mi lado, mirándome.
—¿En tus recuerdos? ¿La escuchaste pensar? ¿Qué está pasando?—preguntó mirándonos alternativamente.
—Vete—dije. Me cogió de la mano, tan fuerte como pudo.
—No—contestó.—¿Quién eres?
—Kiré Menkaire—contestó ella.—Un placer, Frank Lapiccolo—le tendió la mano, y él la rechazó.
"
Prometí dejar de ser vampiro.
¿Quieres ser una simple humana? ¿Envejecer y perder a Frank para siempre?
Eso es exactamente lo que él me pidió.
Él sigue siendo vampiro, Lacie.
Nunca me mentiría.
"
—¿Cómo sabes mi nombre?—preguntó sorprendido.
—Sé muchas cosas de ti. Cosas que ni tú mismo sabes.—Frank me miró y se acercó a mi oído.
—Tranquilízate. ¿La conoces?—lo cierto es que estaba temblando, pero no de miedo. Sino, de rabia.
—Frank, yo...vete—volví a pedir. Él se negó.
—Vaya, la princesa vampiro tiene miedo de la persona que la convirtió—dijo Kiré. 
—¡Calla!—grité. Miré a Frank, quien había soltado mi mano.
—¿Princesa vampiro? ¿Convertir? Ahora sí que no entiendo nada—contestó él.
—¡Frank!—Arthur, apareció por detrás, cogiendo a este por el brazo y llevándoselo consigo—no pintas nada aquí.
—Vaya, otro más, ¿cuántos hay aquí?—preguntó Kiré divertida.
—Kiré, Frank es humano, si descubre que...—me interrumpió.
—¿Qué? ¿Crees que no sé que si descubre que somos vampiros hay que convertirle o matarlo?—preguntó de nuevo. Frank se soltó de Arthur y me agarró por los hombros.
"
Si alguien descubre que me has convertido tú...
Leo me dio instrucciones de hacerlo.
¿Leo? ¿Leo te lo permitió?
Leo me lo ordenó.
"
—¿Qué está ocurriendo?—gritó. Le miré, dejando que volviera a sentir esas molestas gotas por mis mejillas.
—Frank... yo... y Kiré...—me interrumpió ella de nuevo.
—Y ese chico—dijo con una sonrisa.
—¡No!—dije mirándola.—Arthur no tiene nada que ver en esto—dije.—Frank—me miró—¿crees en los vampiros?
"
¿Alguna vez creíste en los vampiros?
No hasta que descubrí que el amor de mi vida era uno.
"
—No...—musitó.
—Deberías comenzar a hacerlo—abrí la boca, lo suficiente como para que viera mis colmillos. Retrocedió tres pasos, hasta chocar con Arthur. 
—¿Eres un...?—asentí. Miró a Arthur.—¿Tú también?—él asintió vagamente.—Dios, ¡sois unos monstruos!—intentó salir corriendo, pero Kiré lo frenó.
"
Los vampiros somos monstruos, no tenemos corazón, ni sentimientos, por eso no sentimos el remordimiento cuando matamos, ni la pena cuando nos suplican. Estamos hechos para matar. No para sentir.
Entonces debo ser una nueva raza de vampiro, porque lo que siento por Frank va más allá de los objetivos por los que fuimos creados.
"
—¿Sabes qué me resulta irónico? Nos estás llamando monstruos, cuando tú eres uno de nosotros—dijo riendo. Frank se dio la vuelta y me miró, después miró a Kiré.
—Yo no soy ningún...vampiro—susurró. 
—Oh, sí que lo eres—dijo ella—permíteme.—Rápidamente se había colocado en su cuello, a punto de saborear la sangre del chico que era mi protegido. Me acerqué y la empujé, y salió volando literalmente hacia la pared del edificio.
—Ahora...lo entiendo...—susurré al lado de Frank. Le miré, cogiendo aire—Perdóname.
"
¿Hay algo mejor que beber tu sangre?
Si dices eso de la mía, es que jamás has probado la de Frank.
Suenas a humana enamorada.
No soy humana. Soy una vampiro enamorada. Enamorada del descendiente más cercano del clan de Vincent y Beatrice.
"
Y antes de que Arthur lo pudiera evitar, la sangre de Frank estaba entrando en mi cavidad bucal. Él no se resistió, más que nada, pareció ausentarse en su propia cabeza. Todo comenzaba a encajar en mi cabeza, todos los recuerdos se ordenaron cronológicamente, vi la imagen del chico de mis recuerdos, comprendí mi pasado, me di cuenta de que mi edad era mayor de la que creía, entendí por qué era todo tan divertido para Leo. 
Frank se agarró a mi brazo, antes de caer de rodillas, y que tuviera que sacar los colmillos violentamente de su cuello. Me miró, y sus ojos ya no eran verdes. Aquel tono se había ido. Frank Lapiccolo se había ido. Sus ojos se tornaron en rojo, en un tono rojo sangre, un tono que hacía centenas de años que no veía. Había vuelto, todo estaba claro en aquel momento. O al menos casi todo. Frank Frembail había regresado. 
"
Estás rematadamente loca. Te has enamorado de un monstruo.
¿Acaso nosotros, la simple raza de los vampiros, no lo somos?
¿Tú te consideras como tal?
No del todo, Kiré. Yo me siento más persona que monstruo, porque siento, porque mi corazón palpita por él. Escucha mis latidos. Escúchalos.
"